31 de marzo de 2011

Heridas

Cada cierto tiempo uno abre el corazón y saca las fotos de su pasado para darle una visitadita a esos sentimientos “animosos, sin mesura ni lógica que son las pasiones” y dejarse llenar de esa emoción llena y plena que es haber vivido, con un poco de aderezo de nostalgia se nos cuela el remanente de lo que no hemos perdonado, peor aun llevamos encima el agravio como un letrero que nos vence su peso. Normalmente leo el periódico con una tijera a la par, paso la sección de deportes intacta, leo las opiniones y finalmente paso por las noticias, si alguna realmente me abruma la leo toda, pero siempre recorto las fotos esas no las guardo, porque me pesan como los recuerdos. Natura me doto de una memoria fotográfica, cada pixel de una imagen que he visto lo puedo recordar hasta muchos años después, por ello no veo películas de miedo con esas imágenes absurdas llenas de sangre y miembros cercenados, paso la página cuatro y allí en medio, en un recuadro de los mas pequeños aparece el cuchillo que abre mi corazón, y es inevitable sentirse inmerso en el pasado, repasar los sucesos que nos han llevado hoy acá, lo mas caótico es esa comunicación rota, no existe el porque vincularla, o que quien la puso allí siquiera se acuerde de cuando tomo esa foto o de quien es. Eso no es lo importante, pero es un robo, me han robado tantas cosas que una mas nunca me ofende, pero esa pasión que yo sentía por ello no sirvió mas que de inspiración a otro que lo pudo hacer mejor que yo. Ahora si esos agravios que pueden ser olvidos, esos recuerdos que se acumulan en polvo, esas pasiones que algún día fueron mías, hoy son de otro que vende recuerdos en mi casa azul. Para mientras el terremoto en Japón desola el mundo, en Guatemala hay mas hambre y la avaricia maneja un mercedes, sin contar con que atropella a la tercera edad y de paso viola a cada trabajador que se encuentra con ella, y mi chequera pide pelo de tanto rebotar. Este coctel no emborracha, ilumina: recuerdos, un tanto de “pudo ser”, heridas viejas, olvidos macerados, ideas robadas, amigos olvidados y mucha mucha sazón de incomprensión. No lo recomiendo mas de tres veces al año, pero debe hacerse, aun que sea para volver a encajar el rumbo por algo diferente y soñado, o solo para cambiar de hábito de no asumir, o tan solo como hoy para levantar la mirada de esta pantalla y ver el sol brillar, por que no usar el cliché, por mi ventana.