11 de marzo de 2011

Cantos Histéricos y Baterías del Demonio

Cuando uno tiene 7 años te preguntas que puede ser lo que esta mal en el mundo, tienes diez crees que sabes algo más y estableces relaciones en base a lo que oyes con tus padres, amigos, las noticias. En la adolescencia el problema son todos los otros, los que no saben su trabajo, los que no hacen lo que deben, los que no te entienden, los que quieren que hagas o dejes de hacer.No puedo decir que pasa cuando uno es adulto, no lo soy, no por edad cronólogica sino porque no quiero ser el concepto: "adulto".Ser adulto es una persona aburrida que no entiende que los jóvenes quieren divertirse, que los niños quieren jugar, o que debe hacer cosas que no le gustan. Pero hoy fui un adulto, lo que me llevo a ser algo que no me gusta es porque genera una situación insostenible, tengo de vecinos unos que creen seran los próximos Megadeth punk/wanaby, y cuando ellos no estan dando la dura batalla al silencio, mis amigos "cristianos" quieren salmodearme con cantos cavernícolas, en ensayo, y luego en largos servicios para "adorar a Dios", estoy segura que hasta Dios esta cansada de las mismas y remasticadas canciones, viernes, sábado y domingo, una y otra, y otra, y otra, y otra....vez. Yo fui Jovén, y me encantaba el ruido, especialmente el viernes en la noche, pero nunca me torne a pensar en los pobres desgraciados que vivian a mi alrededor, con la suerte que donde yo vivia los únicos vecinos eran los fósiles y animales en formol del Jardín Botánico.

Hoy entendi, y esa ilusión de comprensión me hizo adulta, lo que nunca lograron los problemas, lo sermones, los traumas, los golpes o las palizas, lo han logrado dos meses de ruido demencial...volverme loca y adulta. Ahora alego, fuerte, alto, me enojo porque no puedo dormir, porque no puedo sentarme a leer un libro sin oir basura, porque hace un calor de horno, y tengo que cerrar las puertas para poder siquiera hablar por teléfono y que me escuchen; y lo peor, porque nadie en este país puede hacer algo por mí. Que sensación de desamparo mas terrible, nadie puede ayudarme, nadie, no hay autoridad que pueda resolver un caso, ni denuncias que funcionen, no existe un organismo que trabaje de cinco en adelante para chequear que mis vecinos deben callarse, que vivimos en medio de una algarabía y ellos no lo entienden, no quieren ayudar, no les importa, y cuando llegué a tocar la puerta de su casa desesperada, la respuesta fue: a ver si puede hacer algo pues vieja puta.

Fueron los tres segundos mas largos que he vivido en mucho tiempo, porque de golpe me pego: realmente estoy vieja. Añejada de vivir en la misma miseria de la tortura de esta ciudad que me agobia con ruido, con tráfico, con pobreza, sin ley, sin buses, sin suerte. En medio de la policia que me pedia que me tranquilizara porque si hacia algo me podian acusar, y esos jovenes que se burlaron de mi, mi alma se escapo tres segundos por allí, y ahora que regreso incompleta me dejo la certeza en la que viven todos mis congéneres: soy un adulto. Me preguntaron ¿Cuál es el problema? Yo no queria serlo. En serio, queria seguir mi vida como lo hacia todos los días en mi propio universo donde el cosmos vivia en paz, Dios es una fuerza positiva que orienta a los humanos, si no haces mal te llega el bien, y esas bienaventuranzas que crees. Ahora no quiero ser joven, ni cristiana, ni pertenecer a aquellos que les importa un pepino los demás en ambas versiones trans de la modernidad de esta ciudad que en cada esquina tiene un bar, un putero y una iglesia. Hasta que realmente vivamos y nos amparemos en la ley que no nos gustaría que nos hagan lo que hacemos, hasta ese entonces, seguiremos siendo una caricatura de seres humanos, todo el día asediados por cantos histéricos y baterías del demonio.