Acabo de
leer una historia y solo el final se me queda pegado en la conciencia: la paz
está en tu corazón a pesar de que afuera arda Troya. Claro esta es mi versión,
y me imagino que todos tenemos una versión de algo que sabemos intuitivamente,
yo tengo está. Hoy no tengo paz, no quiero sonar cursi, pero tengo el corazón perturbado,
debo profundamente admitir que hay algo
en el que no cuadra, que no me deja en paz… me grita, me deja fría, pero sobre
todo no me permite concentrarme.
Uno debe
instintivamente saber quién es, lamentablemente toda la bulla externa te lo va
arrancando, mira los niños, dicen exactamente lo que piensan pero somos los
adultos los que interpretamos inadecuadamente lo que dicen. Nacemos pensando
que somos hermosos, bellos y únicos, pero la escuela, los padres, otros, las tías
inconscientes, o todos aquellos que dicen querernos hacer un bien
desinteresadamente, no saben en
profundidad lo que es ser bello, único o hermoso, porque igual que no lo están haciendo
a nosotros alguien se los hizo a ellos: imponer un concepto. La belleza es un
tema que no me apetece discutir, pero que tal el de único. ¿Qué oímos desde que
nacemos? Se parece a su papá, hay que lindo los ojos de la abuela, pero si es idéntico
a su hermano, mejor no sigo porque se llenaría
este espacio de las mil y una forma de hacerte sentir otro pero no tú, y allí la
diatriba ¿Qué es tu? Tú es un yo dicho desde el otro lado, y para que exista tú,
nosotros o ellos, debe haber un yo, creo que por eso es el primero en la lista
de pronombres, bastante interesante esa lista: yo, tu, el, ella, nosotros,
vosotros y las variantes de España o América, cada cual un poco distinta de la
otra pero no cambia esta esencia: antes de existir otros debemos existir
nosotros, igual es la paz, si no existe adentro mucho menos afuera. Debo
encontrarla entonces, pero es un oxímoron, solo puedo buscar afuera algo que está
adentro, no lo puedo hacer empezando adentro, mejor afuera para ver si algo
permea el adentro, porque hoy, no hay ni adentro ni afuera, y adentro no tengo jurisdicción,
tal vez afuera pueda más. En esa línea ordeno cuartos, refrigeradora,
escritorio, armarios y tiro almanaques, sabanas, juguetes, osos, reprimendas,
cartas, chocolates, odios, cursis, chasises, filigranas….que no me dan espacio,
solo recuerdos incongruentes con esta búsqueda de paz, ordenar no me llena, hoy
no ha sonrisas que valgan, manitas que sostengan, ni siquiera ojitos azules que
me devuelvan, esta condenable necedad de mi alma de seguir sintiendo cada uno
de los golpes que se me han dado. Se dice que los seres humanos cuando más
golpes reciben son mejores, más fuertes, duros e insensibles, se hacen como es
la vida. Pero en mi el antídoto no funciona y me estoy muriendo poco a poco
cuando recuerdo cada cachetada, cada improperio, falta de respeto y abuso. No lo
hago siempre pero el corazón tiene sus reglas, como necesito concentrarme me pidió
que buscará que le falta, que no está en hoy, no se palpa en hoy, si no que
desmajado y desmoronado está en ayer; como los tiempos verbales, yo estoy en
pasado acusativo primera persona del plural (conste que sé que no existe este
tiempo verbal, lo invento, por si las dudas).Plural porque si solo existiera el
singular probablemente no existiría el yo de hoy, pero yo hoy es producto de ese desmadejado ellos, y
él que me trajo una naranja cuando me ve llorar, me recuerda que la paz y el
amor sabe a naranja ¿y el suyo?