16 de enero de 2013

Manos sucias



Lidiar conmigo misma es una de las tareas más difíciles que con mucha crueldad me impongo. No hablo del examen exhaustivo al que siempre me someto, sino de esta oleada que me ahoga. No hay a quien dirigirle la mirada acusadora porque esta situación de vida en la que me encuentro ha sido total y absolutamente mi decisión. La ventana de mi estudio da una pequeña enredadera que ha decidido crecer a pesar de que constantemente la podo y no quiero que asfixie mi collar de la reina, pero allí sigue, crece, y lo más increíble está dando frutos, unas moras grandes, jugosas que los pájaros encantados se atiborran de ellas. Y la sensación sigue, no me deja, ayer un pequeño atisbo me recorrió  de esa sensación, es como hundirse, caer y saber que estas rodeada de porquería, suciedad y no es el camino que tienes que tomar. Caminar por Guatemala en el centro es un atentado, las calles son sucias, llenas de orines, la gente no comprende que las banquetas son para peatones no para ventas o para no dar paso, sorteas de todo tipo de cosas, ebrios, suciedad, pedazos de tubos mal cortados de viejas señales, anuncios tirados, vendedores de baratijas, pero lo peor esa suciedad, suciedad y más suciedad, la gente tira la basura al suelo, barre la casa para afuera ¿no se dan cuenta que igual la suciedad afuera afecta adentro? Cada vez que alguien entra lleva consigo la suciedad que acaban de barrera para afuera, es irónico, cada quien solo limpiando su pedazo ensucia mas todo. Yo escogí este país, así es, yo escogí regresar a este lugar sucio, lleno de niñas violadas, lleno de gente que no quiere pensar porque se sume en el alcohol o la negación,  no hay más, fui yo quien tomo un avión de regreso y al entrar al aeropuerto la Aurora, pensé en la ironía del nombre del lugar: un nuevo comienzo de algo, belleza y la bebida por supuesto; Guatemala es difícil de beber, o de a veces respirar, por donde veas está sucio, congreso, ministerios, calles, entidades, bancos, no importa, lo externo es un reflejo de nuestra alma. Y por ello me cuesta tanto navegar en esta oleada,  porque limpiar este lugar es difícil cuando es tan difícil limpiarnos las manos.