18 de noviembre de 2013

Irracional

"Lo irracional, empero, existe; es un hecho psicológico.
Por lo tanto, como tal hemos de considerarlo, cuidando de no violentar su idiosincrasia.
Tarea ésta en verdad difícil dado que nos hallamos constreñidos por las categorías lógicas que nos obligan a expresarnos en términos de razón".
Carl Jung en "Psicología y religión".

Nuevamente mis mundos se enfrentan en esta guerra sin cuartel que se han declarado desde el día que tome conciencia del escándalo que soy. Y me aferro a mi amigo que vive lo que quiere vivir, J... si este momento fuera un mar tu serias una tabla de salvación y yo un prófugo a punto de ser naufrago... decisiones imperantes de la vida en esta consternación constante por entenderme cuando es casi imposible, es el sueño demente del poeta, sin contar con la maldita sombra que acompaña la crueldad de las etiquetas, nadie es si no es lo que dice la cita de Jung...una lógica construida.
Ser poeta no da de comer, no paga cuentas, ni siquiera ayuda a ser cuerdo,  la poesía son sueños, son ideas, son las miles de tareas de desgranarse, desnudarse y hacerse pedazos bajo las cartas de antaño, en el espacio que existe entre esa botella y la entrada de una casa donde sabes que está tu cuerpo pero lo que eres, eso quien sabe dónde se quedó.  Yo soy un hibrido camaleón de alas de mariposa, en  todos los aspectos de mi vida, en todos los retazos que me componen la sien, en todas las azaleas pegadas en el papel de la cocina. En todas las memorias de golpes, en todas las horas de incertidumbre, me doy una vuelta por el ciberespacio y no ayuda, al contrario, mi demencia aumenta, casi delira, cuando esa palabra que me consume me trae a la triste realidad que vivo: la obediencia, alguien copia las notas de su hija online y la maestra le escribe que es una niña preciosa por obediente, no puedo conmigo, de verdad no puedo, grito desde la raíz, desde  las entrañas, y le escribo a la madre:
Querida amiga, como estas, quiero contarte algo que me llamo mucho la atención, posteaste las notas de tu hija, y de verdad te felicito, pero me hizo pensar un poco el comentario de su maestra, ¿le gusta ser maestra de tu hija porque es obediente? por lo que veo tu hija tiene mil cualidades, hermosas, bellas, pero porque la obediencia es la más importante para las maestras, luego porque cuando crecen y las niñas son "obedientes" y no tienen criterio terminan abusando de ellas, por no quedar mal con alguien. Perdona no es mi incumbencia pero sabes desde que me dedico a esto de las mujeres y luego con la muerte de Cristina me lo cuestiono mucho. Un abrazo.
Cristina, Juana, Maria, miles de mujeres rodeándome el eje central de esta obsesión que tengo por el sufrimiento, yo fui una de ellas, golpeada, humillada, usada como un trapo para descargar todas las iras, todas las frustraciones, todas las basuras emocionales que mi cuerpo podía absorber,  lo peor de todo, las absorbí todas, con la correcta dosis de cinismo, de odio, autocompasión, desecho y maceraron la parte de mi cerebro que procesa el sentirse bien en la vida. Odio  a las maestras que les gustan las niñas obedientes,  a los padres que quieren niños obedientes, a la sociedad que quiere niños obedientes, gente obediente, odio todo lo que tenga que ver con obedecer, odio la palabra. Todas y cada una de las células que me componen detestan obedecer… porque yo decido, pienso, evalúo y luego tomo una decisión. Y las sociedades que enseñan a obedecer están condenadas a crear seres que no piensan, que no toman sus propias decisiones y que por siempre son niños que esperan que sus padres piensen por ellos; peor aún que todo se les dé, que todo lo merecen, porque son obedientes.

Por obediencia nadie se mete en la vida ajena, tenemos refranes que lo gritan: “entre casados y hermanos no hay que meter las manos” pero igual lo hacemos sin hacer, con consecuencias nefastas, creemos que la muerte de las mujeres en casos de violencia intrafamiliar se debe solo acusar al que la causa, al marido, al padre, al conviviente, no la causamos todos, los que lo consentimos, los que no decimos nada, los que cuando vemos que algo pasa, a nuestras amigas, hermanas, madres, hijas, simplemente no decimos nada… porque hay que obedecer las reglas. Saben algo, las reglas matan personas, destruyen las buenas ideas y sobre todo nos hacen seres alienados, que no pueden ni quieren nunca hacer lo más importante de un ser humano, tomar decisiones.


3 de octubre de 2013

Funeral

Los funerales son para mí de las experiencias que tienen demasiadas aristas para pasar inadvertidos, especialmente este. El abanico de emociones es tan grande tan absurdo e intenso. Eso sí, fue el primero en que la viuda abiertamente me odia, razones debo aclarar son miles, muchas de ellas mi total y absoluta culpa en todas sus dimensiones; desde la abierta crítica hasta la incomprensión.  Con el que se fue, le debo una disculpa, no entendía sus motivaciones y me daba algo de miedo convertirme en él, se, sabia,  me persigue que tiene los mismos defectos que yo padezco. Hay muchas formas de llamarles, pero son heridas, que tratamos de curar o sanar o subsanar con vicios, dependencia, excesos, alegría aparente, pero en el fondo no son más que absoluta y total frustración. Lo sé, como que el día de hoy amaneció nublado, no es una percepción que me aleje de la realidad sino me acerca a ella, lo que no se deja salir, la energía del odio, el desamor, o la necesidad nunca satisfecha se acumulan hasta que te da un infarto o una derrota que te cuesta levantarte. Nunca llegaré a saber que le paso a Carlos, podre atisbar a su vida desde el umbral de la mía o el dolor que causa su muerte en O, el hombre que amo, al que me pregunto realmente cada día porque sigue conmigo, porque reticentemente acepta todos los defectos que tengo. Póstumo no se puede hacer absolutamente nada por ese ser que pasa a lo que tozudamente creo que es una mejor vida, y me pierdo, no sé si estoy hablando de él o del ser que más necesidades me dejo colgadas en la piel y las orejas.
La memoria es una de mis herramientas favoritas, ya se sabe la cognición de los procesos mentales que desencadenan una serie de conexiones neuronales donde se avecinan en casi secuencia cinematográfica los eventos del día. Tomo asiento de primera fila y aun que intento que verme desde allí, a veces el dolor me pega en la boca del estómago. ¿Qué es peor: ser amado a golpes o no amarte?
Las respuestas que quisiera darme, especialmente a ese otro yo en mi cabeza, son vacías e inocuas porque la avalancha de sensaciones permea hasta la más racional de mis acciones. Afuera de mí se ve todo el rencor acumulado en este peso que me cansa, me atosiga y me aferro a él como escudo protector del Capitán América.  Jorge me decía ayer que hay personas como duraznos, suaves por fuera pero que en el centro de ellas hay algo durísimo, que no cambia por más que le den golpes, lo dejen sin pulpa. No es mi caso, lo duro está afuera, está lleno de espinas críticas, filosos comentarios y el máximo escudo: saber. Sé, el funcionamiento de las dinámicas familiares, las emocionales, reconozco la mezquindad cuando la veo, el odio, la frustración, el completo espectro de los fantasmas humanos, porque yo soy uno de ellos.
Impera el orden, cada una de las constelaciones que me rodean tiene su caja específica, el estante de las conchas de mar y los pedazos de mi infancia están en botes, ordenados de mayor a menor, con etiquetas que deberían decir: por lo que no fui querida, por los golpes, por cuando me rompieron la nariz, por los gritos, por las madrugadas, por el total y absoluto abandono, por los olvidos, por las palizas. ¿y las cosas buenas? Egoístamente debo responder que me acuerdo de pocas, casi todas con sabores, de cebolla frita, o papas peladas, helado con melocotón, chocolate líquido, t-bones. Luego pregunto del porqué de esta adicción.
Nunca he regresado a ver su tumba, no me lo permite el instinto de sobrevivencia, porque eso hice yo, sobreviví, aferrada a lo que podía, casi con las uñas colgada de la poca humanidad que sentía por mí, si hubo algún te amo, o algún te quiero a destiempo, una disculpa o tan solo un estoy orgulloso de ti, nunca me lo dijo a mí, siempre a otros que no interesaban.  Desprecio agresivo de no ser lo que se requería, esa es la sensación velada de los años en que viví con él. Lo comparo ahora, el amor incondicional que habita mi vida me da el mejor marco de referencia para entender la carencia de eso: aceptarme o aceptarse. 
No debía empezar este recorrido así, pero las muertes me provocan recuerdos, espacios a los cuales volver por la inercia de lo que ya no se tiene,  ¿pero, yo nunca la tuve? Con este arsenal de cuchillos evado el más grande, atada a la mesa del lanzador de cuchillos ha lanzado casi todos pero la puntería le falla, algunos han pasado cerca, tan cerca que la rueda que da vueltas gotea sangre, no logro quitarme las ataduras, para parar esta rueda, lo veo sacar las navajas rusas, quiere pegar alrededor de la cabeza pero esta tan ebrio que sé va a fallar, una de las dagas pequeñas rasgo la atadura de la mano izquierda, a tiempo de poder moverme cuando las lanza, fue bueno moverme, la navaja cae a dos milímetros solo deje la oreja en la tabla.
Me baje de la tabla que da vueltas el día que confirmaron una pequeña vida que crecía en mí, ya no solo era yo. Ese evento cambio mi vida, no podía darle espacio a repetir las vueltas, era de alguna forma darle razón a todos los insultos: no eres nadie, nadie te ama, no vale la pena, nunca te van a amar, no lo mereces, no lo entiendes, no lo vales; no me baje, creo que me tire, de rodillas, quemándome el desastre que no podía, no debía repetir el circulo. Me amé de golpe, la presión que sentía en el vientre me recordaba todos los días que solo yo podía hacerlo por mí, por ella, por eso le puse sabiduría,  le puse vida, amante de lo desconocido, le di el único regalo que pude: alas. Ayer que me las enseño, después de ese funeral, fue lo glorioso del evento, la vi volar, elevarse en la destreza que sé que la acompañará, dice Albert Pine: “Lo que hacemos por nosotros mismos muere con nosotros, lo que hacemos por los demás y por el mundo permanece y es inmortal” yo lo digo de otra forma: lo que hacemos por nosotros muere con nosotros lo que hacemos por otro pasa a la eternidad y ella es la eternidad. Ayer me acompaña porque me hizo lo que soy, aquí sentada en la primera fila de lo que siento me recuerda que soy porque no fui.
Lo siento Carlos, los siento Blas, muertos como están los que quedamos no los olvidamos, aunque solo dejan de legado la estela de los vicios que no lograron dominar.



19 de agosto de 2013

Hay vicios indomables



Se anidan en tu ser vivo como tatuajes como esquirlas como el confort que producen como tu imagen dibujada en acetato, los libros se me acumulan en los estantes de mi cerebro y recorrer el pasado para encontrarlos es como esta mañana al sol. Una enorme mosca tse tse ronda en mi teclado recordándome toda la mierda que existe alrededor, divagar en lo que hago ante el suena bastante apropiado hacerlo con ella, embarcarme en este mundo no me cabe en mi piel y el que hacer  me grita las millones de posibilidades que me suceden. No la quiero matar tiene unos enormes ojos anaranjados y sé que me está mirando mientras defino que es lo que tengo que hacer con el espacio en el que estoy.  Títulos, unos de aquí otros de los inventados todos ordenados me miran desde los lomos de lo que imagino será algún día mi propio condición, ¿Cuándo se me acabaran las ganas? La respuesta avecina el tsunami en el cual voy a convertir mi vida, porque sé que nunca, sé que jamás me dejaran de perseguir las ideas, las historias, las convenciones que tengo que cambiar, el oído presto que se me pierde entre los quicios, los dobleces que le hago a las ganas para dejarlas a la espera de que este día de trabajo me permita zambullirme nuevamente en ti.

13 de agosto de 2013

Declaración



Me enfrento a mí sin mí. Todos tenemos algunos momentos de la vida que quisiéramos olvidar. Ante ese dilema se asoma el gris plomo de mi escritorio con los versos de Elsa Cross y la historia del otro lado del sexo de Valérie Tasso. Tantos años han pasado y encontré en medio del orden que quise imponer a mi agenda hoy los escritos de mi vida en Estados Unidos. Fueron solo unos años pero si los vivo en sentimientos creo que fue toda una vida. Me encontré a Clara un poco perdida, soñando entre las avenidas de árboles de Philadelphia donde encontré una forma muy amable de verme entre los trajes negros de mi oficio de mercadeo y recursos humanos. La sensación principal en cada momento fue de nostalgia, de ballet a lo Burana, de toxicidad en libros negros de Poe, en la vertiente que tiene mi piel de fulgurar en invierno. Tengo que hacer un pausa de café… hay tanto que se dice de Estados Unidos, de la gente que vive allá de los humores, de las hamburguesas, de los negocios, para mí es de otro nombre con lo que convivo en ese país. Los cambios de estaciones a la par del rio Schuylkill, o caminando por todas esas calles que tienen nombres de árboles, Oak, Willow. Me veo ese día de invierno caminando por las calles llenas de gotas ámbar, vadeando charcos con la sensación de serena libertad que te da saber que has llegado de la guerra. Hoy está en mi mente cada montículo recorrido o el venado que atropelle en mi ignorancia de como conducir por Valley Forge. La ciudad desde la postal de mi recuerdo es como una imagen mimética atomizada con patinas superpuestas de los escombros que fue dejar ese país, y hoy la bofetada de mi escritura corta en papel bond de agua con manchas de nieve y amarillas de olvido. El recuerdo me recorre el humo de mi entorno, la vehemencia de mi libertad me aturde los sentidos de lo encontrado y oír a Silvio no es lo mismo. Geste en ese lugar una canción a la cual me aferro cuando días como hoy vendería mi patria por vivir un poco como allá, la calle tenia antídoto de aire cuando el encierro me agobiaba; cerrar los ojos y ver los arboles cambiando de color, el río correr en mi alrededor y por qué no, pensar en él. No escribo su nombre porque no es justo para O. el dolor tiene sentido ahora, cuando me puedo ver en sus brazos despertando en esta vida que se ha logrado, en el hogar que compartimos, en las madrugadas donde las palabras nos acompañan. Me levanto en una cama compartida desde hace mucho tiempo con un solo hombre, no hay otros, solo recuerdos, solo espacios de un cuaderno donde los nombres que fueron hoy son pequeñas diáfanas sombras que componen la andanada de amores que algún día tuve y que ya no tendré. Creí que amar empezaba afuera, empieza adentro, tejido íntimamente con dosis diarias de bienestar verde, con dosis diarias de mensajes en pantallas LED, te amo me dice, lo tengo que creer, porque sino el sentido de estos diez años sería inocuo, vacío, encandilado en el balance de los sinsabores. Te amo O, entero, redondo, preciso, inmenso, tú sabiendo que extraño, yo sabiendo que se me cae el pelo, tú entendiendo que no entiendo, yo sin entender que lo hago. Ayer que el día me comía los minutos regrese del trajín del día a una cama cálida, a un amor nocturno, a un hombre que simplemente sabe amarme.

22 de julio de 2013

Historia se escribe con H de hilván



Tanta gente para extrañar a quien se fue, ayer fue un domingo literal de “familia”, fue una experiencia casi mágica con muchos matices de trágico, como una buena obra de Sófocles. Mi familia, entiéndase casi el concepto de el Padrino, es un clan de individuos que están convencidos que la sangre llama, y que debemos estar unidos por lo menos para que no cantinees a una chavita que termina siendo la hija del Tío Armando.  Reunión a las 13:00 horas, 14:32 en el sofá de mi casa me debatía entre el voy o el prospecto de una buena película en casa frente a 2 hermosas tazas de café de Huehuetenango y el saludar a casi 200 personas que tengo más de 10 años de no ver. Gano la curiosidad, de ver cuánto hemos cambiado, lo que no estaba preparada fue para la oleada que me invadió. Después de un recorrido sempiterno en todas las mesas, fui saludada por mi Tía Abuela favorita, tiene nombre de país: Argentina, pero ella es como un país, recibe a todas las almas descarriadas o perdidas que encuentran en su casa paz, eso encontraba allí instantes de absoluta quietud, canarios en sus jaulas que chirriaban los engranajes casi oxidados de mi concepto de hogar, me iba a verla cuando era adolescente solo para que me abrazará muy fuerte y me sentara en su comedor de arriba a platicar, ella sabía que estaba huyendo y fue una dama siempre en no preguntarme de que, aun que era casi obvio.
Luego pasaron, mas primos, tíos, sobrinas, sobrinos, primos en tercero, cuarto o quinto grado de consanguinidad, pero algo todavía nos unía de ADN; todos ya presentados pasaron a contar anécdotas de las cosas de nuestra infancia y tuve un momento dicotómico: ¿paso /nopaso?  Mi instinto de preservación impero en mi vocación de relator, no quería pasar a contar las veces que no estuvieron allí, o que no mencionaron a los hombres que me hicieron, tanto el biológico, como el que unió las piezas de mi cabeza después de los golpes, ambos importantes pero no están aquí. Entre cada uno de los pliegues de la garganta se me quedo atorado extrañar, cada ínfimo milímetro de ser que era esa persona que no conocí: mi padre. Hasta escribirlo es todo un acto de heroica estupidez, porque no existe nadie que te pueda hacer más daño que saber que no puedes arreglar algo con alguien que no está.
Oigo anécdotas que hilvano en un cuaderno para formar su figura, los amigos, las amantes, los amores, los otros, hasta mis propios hermanos y ese calidoscopio solo refleja trozos rotos de alguien que no conozco, alguien que no me amo así. Ya casi no tengo secuelas, mas por decisión que convicción, pero ayer fue abrir la compuerta de algunas cosas que no debía recordar.  No importa lo que Jung intente decirme, o lo que cualquier archivista de logros quiera convencerme, simplemente no encuentro la palabra precisa que lo perdone.  Se me acumulan las capas de prístinas memorias, sin contar las que confundo por las que invente, amor que nunca me tuvo, espacio que no me dio, los golpes, esos que todavía me duelen, insultos, palabras y culpas, su egoísmo en pasarme sus culpas, sus decisiones e incoherencias, nunca lo he odiado porque de alguna forma es odiarme, no solo llevo su sangre, genes, boca y talento, sino que también sus demonios.  Historia se escribe con H de hilván, y no lo puedo hacer no puedo hilvanar los eventos que terminen de tejer las transparencias y reflejos que arma la luz del calidoscopio, bueno  y malo siempre nos conviven, no me queda más recurso que la memoria para perfilarlo. Una noche después de discutir, pegarme  y mandarme a la cama, me levanto, eran las cuatro de la mañana creo, “no me gusta regañarte o discutir contigo” –me dijo. No me acurdo de nada más, y quisiera. Quisiera que mis memorias coincidieran con lo que se dice, que mi idea de su imagen fuese la que recuerdan otros, que recordarlo fuese más un paseo y no esta crucifixión.

19 de julio de 2013

De días, estados de enojo y otras cosas similares cuando llueve





Si llegará a una entrevista de trabajo estoy segura me preguntarían alguna de esas tontas preguntas: ¿Cuál es su mayor defecto? La respuesta, que no puedo decir a quemarropa en ese momento ya que evalúan realmente lo que no deben evaluar, la sé. Lo tengo aquí metida entre pecho y espalda. Debo describirlo a ver si la catarsis de las letras logra mantenerla guardado: tengo el carácter de un dragón, no el proverbial o los azucarados que vienen ahora en las caricaturas, verme enojada es estar ante esa estatua que tanto me cautivo en Berlín y no porque yo sea San Jorge, porque soy ese dragón, tengo una fuerza interior que es simplemente un ciclón, casi como un inmenso hoyo negro. No hay psicólogo que pueda tratarlo porque la verdad al verme ante el espejo matutino es que no quiero. Esa misma fuerza incontrolable es la que me permite a pesar de las críticas, crisis, malas ideas, o medios no a mi favor, levantarme.  Amo mi dragón interno, pero me da mucho miedo dejarlo salir, cuando lo hace quema todo a su paso, arrasa con estimas, amores, proyectos, amistades o simplemente situaciones beneficiosas para mí. No es una confesión en busca de absolución, esa solo me la puedo dar yo, todo lo demás es una quimera. Tengo una frase que digo muy frecuentemente: tu peor defecto es tu mejor virtud. La pasión por las cosas es mi mejor virtud pero es el yang de mi dragón.  Anoche llovió torrencialmente mojando mi trabajo de toda la mañana, mi alter-dragón que me habita se despertó incontenible y la arremetió contra lo más cercano, ¿podrá disculparme O? Esta parece precisamente la fábula de San Jorge y el dragón, pero O no me mata, solo lidia conmigo, con la infinita paciencia que le da el amor que me tiene, a veces solo por él me gustaría convertir mi dragón en un gato, o tal vez en un perro, o en cualquier otra cosa manejable para que lidiar conmigo no fuese  esa terrible batalla de espadas, egos, ideas o sinsabores. Así que lo llamo (cambio y  dragón fuera), aquí viene lo peor la resaca de convertirse en dragón, cuando ante las cenizas de lo que deja mi fuego me toca limpiar, recoger los pedazos fragmentados, las promesas rotas, los instantes perdidos, cuando desde el otro lado de la línea me dice: no te preocupes mi amor, ya te conozco. Entonces casi momento hollywoodense, me parte un rayo de luz en medio y ese terrible dragón se sienta a teclear esta larga, casi longeva e interminable disculpa porque aun que hoy está bajo control sé profundamente, sé, que ese dragón sigue allí, esperando que algo lo deje salir. Perdóname O.