22 de marzo de 2011

Extraño

Nunca nuestras orbitas giraron en la misma vertiginosa secuencia que nos produce la estancia compartida, es más Darío sirvió de enlace y en el azul de su melancolía, si me permites la redundancia, nos perdimos de sentarnos juntos en el marco de la puerta. Pensar que sentíamos es hoy no viable pero ese individuo de la azotea insiste en imaginarte por los besos que no te di o las caricias que no fueron. Sé que soy pero ¿lo sabias tú? La desgarrante duda ha veces me ataca, me disloca las ganas y me trastoca la realidad, e injustamente te llamo a divagar conmigo. Dice Sabina que “No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió” y en mi escaso sistema de sismología emocional nunca cuestione las corrientes subterráneas de esta pasión, simplemente estaban, se mecían y sin querer nos separaban, yo no sabia amarme tu no sabias esperar, y ahora que se esperar tu no sabes amar. El disco rayado de la voz distorsionada me suplica que te vea, no puedo, no sé que haría si te veo, la ropa quedaría de más y nos ahogaríamos con una sensación guardada de siglos. Ni tu ni yo somos así, y no te quiero convertir en algo que no fui. Pero…si pero, te extraño, con toda la nostalgia destilada por los años, con todo el verde del amazonas con toda la dulzura de la sabiduría, y con todos los errores que cometí, hoy cada intocable fibra de mi cuerpo te extraña.