5 de abril de 2011

Debe nacer Narda

Pegada como un chicle debajo del escritorio la frase lleva en mi cabeza días: si tú no sabes quien eres, el mundo te lo dirá. Es una bofetada de cera, especialmente porque llevo tres meses en pelea campal a lo Waterloo conmigo misma. Hoy en clase les decía a mis alumnos que deben estar totalmente seguros de lo que son, y lo peor es que se que puedo hacer bien, pero no funciona. Puedo hacer bien tantas cosas, pero el inquilino de la azotea se arrecia contra mi especialmente cuando los fantasmas se pelean por bajarme de mi posición de equilibrio, en una mano colgados de mis dedos están todos esos estúpidos comentarios que el mundo tiende a repetir: no puedes, no debes, no, no, no, no, no, y en el otro tratando de guardar el equilibrio están todas esas pequeñas batallas ganadas: los títulos de la universidad, los niños, él, esto, y los veintidós folders que esperan ansiosos mi brutal decisión de escapar de la librera. Pero a veces me siento ante el email vacio de respuestas y no puedo más que asombrarme que permanezco en equilibrio. Mañana empieza CILCA y quiero ir, todas y cada una de las fibras de mi cuerpo quieren estar allí, pero a menos que el sobre de mañana del periódico traiga un par de billetes, no ocurrirá, porque tengo un curso en la universidad, ocho clientes que no pagan y una terrible personalidad de acero, especialmente a la hora de decir lo que pienso. La verdad dirían los economistas es un “commodity” que solo se pueden dar los ricos, los poderosos, los villanos y los nuevos tiranos que se quieren perpetuar en el poder, a los simples mortales de este mundo decir lo que pensamos en todo momento es un lujo que pagamos muy caro.  ¿A qué viene todo esto? Los años se me están pasando, cada momento que un grano de arena se ensimisma en el otro, no escribo. He perdido la cuenta de cuantos libros he leído, de cuantas cartas he escrito, o de cuantos diarios tengo guardados en la caja azul de mi oficina, lo único que todos saben de mi es esto, lo demás  me cuesta tanto compartirlo, es como regalarle un poco de tu sangre a tu vampiro favorito, sin contar que es como compartir tu vaso con agua, se puede con algunos que no te van a hacer pedazos, pero igual, te hace pedazos que este allí guardado, comido por polillas y sompopos. Pasos de bebé, poco a poco. De nuevo la voz de adentro grita no, no, te lo van a robar, no es bueno que lo miren, es una perdida de tiempo; si, pero la mirada azul me vio y me dijo: ya, es tiempo, no quiero ser olvidada, quiero que pasen los siglos, o lo que dure mi vida y en algún equidistante lugar cuando se lean mis palabras, un corazón conquistará sus miedos, un niño dará una rosa, y una palabra nuevamente  cambio el mundo. No puedo hacerlo aquí, esta es Clara, lo otro es Narda.