18 de abril de 2011

Porque nunca te doy tu espacio, Gracias por esta vida O.

Tengo una extraña sensación teñida por los eventos que se suceden en mi piel, el pasado como un huracán desmiembra la cuidadosa citadela que forme alrededor. Pero hay personas que con su sola presencia me recuerdan eso que quiero olvidar, estoy en el vértice de la recta final de los cuarenta años, todavía me faltan pero voy por allí, y cuando veo en retrospectiva mi vida sé que no estoy en el estado mental cuando sucedió. Pero hoy no es pasado lo que me llena, es presente, es esto que me trasluce la piel cada segundo que pasa y por el cual estoy viviendo, alrededor mío, en mi esfera existe el equilibrio solicito del sol de las mañanas, y las sonrisas me acechan a diestra y siniestra, el sol ilumina los extremos húmedos de las sabanas donde me seque las lagrimas y el sexo no es compartido, es vivido en su total esencia. Hoy estas palabras van a su salud. Me costo verlo mucho como aparece hoy nítido en mi imagen el hombre que me salvo de mi misma, recupero los restos de mi que quedaban vacios en los rescoldos de mi vida y con su constancia y pericia me dio espacio para que en esta diminuta casa donde residimos los vivos, renaciera, con forma de tulipán, el color es extraño, pero es mi color. Ahora que el pasado y el presente colisionaron y él permaneció en mi vida, le debo por lo menos un espacio de este lugar que el me enseño completo: mi alma. Eso somos una colisión de gigantes que llenaron el cosmo con dos ideas brillantes que siguen brillando, su vida y la mía, no son articuladas como una compleja maquinaria son más como caminos paralelos que abrieron intersecciones seguidas, muy seguidas. Debo admirar al hombre que se levanta conmigo todas las mañanas y regocijarme que siga allí, especialmente después de los huracanes de mi ego, o los escombros que dejan las cucarachas, o las cicatrices que quiero cerrar, allí a mi lado, todas la mañanas su voz me dice buenos días, y es cierto, el mundo se esta cayendo a pedazos, la bolsa no se recupera, del cielo caen balas, mi chequera sigue en números rojos, pero el se levanta a mi lado, limpia el rescoldo del sueño de mis ojos, y me promete hoy, solo hoy aprenderme a amar.