12 de abril de 2011

El dentista

De las tareas mas difíciles que yo misma me impongo en mi vida es la reflexión sobre mi propia vida, esa casi metalingüística característica de la vida, reflexionar en ella por la pura reflexión, nunca salgo bien parada, o por lo menos no en los términos que a mi me gustaría, es cuando mis fobias, mis errores, mis peores defectos se magnifican y ante esto no queda mas que llorar, algunas veces, otras da lugar a mas reflexión, o algunas a la evasión, no se que dirán los psicólogos de esto, pero la verdad es que no me importa, la única seria y controversial respuesta que busco normalmente me la dan unas veladas miradas cuando de alguna forma caigo en esas terribles depresiones que tenemos los casi maniáticos como yo. Como el incidente de la cucaracha, ahora veo sombras por todos lados, racionalmente no las hay, pero puedo sentir y solo tengo ganas de gritar, y cuando esos ojos me miran, quisiera tener mas cordura de la que tengo. Es muy difícil no echarle la culpa a alguien, porque al final al único que hay que responder es a uno mismo, pero no es cierto, son peores las expectativas. Quiero verme a través de los ojos externos que hagan lo que hago por otros, pros y contras cuidadosamente delineados para poder establecer un patrón de conducta y evitar los malos hábitos, los encasillamientos, las tardes tiradas en un sofá, pero la verdad es que no hay respuesta, la verdad es que no me gusta lo que veo, y ahora realmente apoyaría esas técnicas de lavado de cerebro para sacarme de mi cabeza esa constante miseria de no sentirme nunca suficiente. Irónico, trato en momentos como este de realizar un recuento de lo que he alcanzado y saben lo que llega a suceder: nada. Nada viene a mi cabeza. No hay libros que cuenten historias, no hay historias que cuenten, no hay paletas que dibujan horizontes, ni horizontes que se lleven mi tristeza, solo estoy yo, aquí nuevamente balanceando esta maldita chequera que solo conoce el rojo últimamente.  Puedo decir que eso no me hace, es cierto, ni soy lo que tengo, lo sé, pero a veces es tan difícil cuando la cita al dentista se acerca y no vas a poder ir, ni siquiera la tuya, esta bien, la que es indispensable la de ella. Es terrible pero pienso en los miles de personas que viven en peores condiciones que yo, en esas fotos dantescas de la gente que duerme en las calles de India con pequeños bebes, en los niños que lloran en los hospitales públicos de Guatemala, un momento un brevísimo momento me embarga esa abismal tristeza, es tan abismal que casi me ahogo en ella. Pero es cierto, casi siempre me salva el amor que me tienen, me pueden presentir triste en la distancia, me abraza y me dice: todo va a estar bien, y saben por un breve momento en que estoy en sus brazos lo creo,  creo que mañana voy a encontrar esa estabilidad financiera que deseo,  el mundo va a sonreír un momento más, y que el nuevamente amanecerá conmigo. Allí acurrucada entre sus pliegues se que volvería a cometer todos los errores que he cometido si me llevan a él, pero no puedo mentirme, si haría cosas distintas,  y las haré, ¿cómo? No lo he inventado como todavía, pero me alcanzará la vida para hacerlo, sé que en el proverbial mañana cuando cuente esta historia enfrente de una audiencia, nadie me creerá que algún día vendí mis aretes para pagar el dentista.