26 de mayo de 2011

Ser feliz

Llueve, extremo, mi estudio tiene el techo abierto y puedo sentir la lluvia en cada uno de mis poros, en mis ánimos, en mi vida. Es como un baño cuando se que hay tanta inmundicia allá afuera, cuando se que el mundo se cae a pedazos y la vida se vuelve compleja, melancólica y ligada  la fortaleza que da la felicidad. A los seres humanos nos encanta la tristeza, a veces creo que es simplemente que es mas barata que la felicidad, porque la felicidad cuesta, es trabajo, es un constante ver la vida y obligarte a hacerlo de forma distinta. A veces también es pelearse, o recoger las faldas y embarrarse de lodo hasta las rodillas, ser feliz es una tarea que como todo lo que hace a los verdaderos humanos debe trabajarse, debe amasarse como un buen pan y dejar que todos los ingredientes de la vida se vuelvan uno para poder degustar en toda su complejidad los sabores de varias cosas entrelazadas. Hoy soy feliz por mis hijos, no porque no lo sea, sino porque en este convulso mundo el único bastión que les queda es este hogar y lo quiero hacer así, para que cuando la vida los golpee mas adelante, el recuerdo grato de estos hermosos años en esta bella casa azul compense lo que sea que les pase. Se que el mundo esta de cabeza, se que mas de un millón de niños pasan hambre, se que hay mas abortos que nacimientos, como no puedo esconder el hecho de que vivo en un país herido, roto, despedazado porque los gobernantes de todo el mundo no tienen los huevos de legalizar la droga y dejarse de estupideces y realmente velar por el bien de las personas, capos de la mafia que no tienen ni alma, ni corazón, es mas no creo que sean humanos, ni animales, ellos no son tan crueles con su propia especie.  Es difícil pensar que será del futuro de mis hijos, es un ejercicio que no hago después de  leer el periódico, ni mucho menos después del noticiero o de la radio, eso lo hago mejor después de hablar con Él, usted llámelo como quiera, para mi es Él, porque si no existe no merece la pena vivir, no merece la pena esforzarse, ni mucho menos seguir todos los días intentando ser mejor que ayer.