8 de septiembre de 2011

A mi querido Miguel

Tengo mucho tiempo de no escribir, el tiempo, el espacio y todo lo demás siempre se juntan para que el final del día se haga muy largo y no pueda acceder a las cosas que me causan un simple, llano y total placer. Pero hay pequeños espacios que en forma de música cuando te pegan son eso que te transporta a muchos años del futuro y el pasado que tiende a tomar parte como un huracán.
Me cuesta tanto olvidar que en el mundo, en Guatemala, en todos los lugares en donde existen seres humanos hay gente sufriendo por la misma gente, tenemos nuestras prioridades equivocadas, los seres que nos decimos humanos tenemos deforme la mente, lo importante se queda a un lado en nombre del dinero, los intereses personales, y cuanta otra cosa exista... pero los niños se siguen muriendo de hambre, papas tienen hijos que no cuidan, mamas queman a sus hijos porque no los quieren, en fin, tantas y tantas cosas. 
Hace años cuando me decidí dedicarme a la docencia quise hacerlo por la misma razón que a pesar de todo sigo en este país luchando porque salga adelante, porque soy una idealista que cree que tenemos en nuestras manos mejorar las cosas. Empezando por nuestro entorno, por ello es que para mi es tan difícil mi lugar de trabajo, en donde doy clases los menos importantes de todo el proceso de lo que pasa allí son los alumnos, y eso que ellos pagan no solo lo que hacemos sino que nos debemos a ellos, yo no te digo que no cometamos errores… por eso me acuerdo hoy de ti, sigues tan vivo como cuando tenia siete años. Hoy hable de ti, hable de lo importante que fuiste en mi vida, lo que todavía me inspiras y el milagro de haberte conocido, que estarás haciendo allá en el cielo, no lo sé, pero hoy estuviste al lado mío, soplándome exactamente que decir. Gracias por siempre haber creído en mi, no me ha fallado nunca que me amaras.